Registro visual Humberstone y Santa Laura

En el Sitio Patrimonio Mundial Humberstone y Santa Laura encontrarás 18 fotografías y 3 multimedias. Al hacer clic en el centro de cada imagen, podrás conocer la historia que cada una cuenta.

Georgina Pastene Ardiles en la Casa Museo de Cerámica, Porcelana y Vidrio. Humberstone, Región de Tarapacá. Octubre de 2024.
Georgina Pastene se desempeña como administradora del Sitio de Patrimonio Mundial de las Oficinas Salitreras Humberstone y Santa Laura. Su trabajo es fundamental en la preservación y promoción de este patrimonio histórico, y contempla diversas actividades: desde labores de conservación, curatoría y montaje, hasta la implementación de proyectos de mejora. Uno de los más recientes consiste en la instalación de códigos QR en distintos puntos del sitio, que permiten a quienes lo visitan, acceder a información detallada y revivir experiencias de la época salitrera. En la foto, Georgina prepara una nueva muestra con fragmentos de porcelanas encontradas en las antiguas oficinas.
Fotografía de Freddy Corvalán Maturana.
Georgina Pastene Ardiles

Georgina Pastene Ardiles prepara una muestra de loza europea en la Casa Museo de Cerámica, Porcelana y Vidrio. Humberstone, Región de Tarapacá. Octubre de 2024.
Los trabajos de restauración en las oficinas salitreras están enfocados en la conservación y puesta en valor de este lugar reconocido como Patrimonio de la Humanidad por Unesco en 2005. Bajo la administración de la Corporación Museo del Salitre, las iniciativas apuntan principalmente a su consolidación estructural y proyección cultural. Entre los proyectos más destacados se encuentran la rehabilitación del teatro, la museografía del hospital y la consolidación de edificios históricos. La planificación, incluye convertir algunos espacios en centros culturales y educativos, para que prontamente se encuentren en funcionamiento. En la foto, Georgina Pastene prepara una nueva muestra centrada en los sellos de origen de las piezas de loza y porcelana halladas en el sitio, provenientes, en su mayoría, de Inglaterra y Alemania.
Fotografía de Freddy Corvalán Maturana.
Detalle de labores de montaje de loza europea

La ingeniera constructora Paula Guerrero Pérez en la Planta de Lixiviación de la oficina salitrera Santa Laura. Región de Tarapacá. Octubre de 2024.
Uno de los trabajos más emblemáticos liderados en el último tiempo por la Corporación Museo del Salitre fue la recuperación de la cubierta de la Planta de Lixiviación de la oficina salitrera Santa Laura y el reforzamiento de su estructura de soporte. El proyecto fue premiado por el Consejo de Monumentos Nacionales por su aporte a la puesta en valor de este bien histórico. Dentro del equipo de trabajo se destacó la joven ingeniera constructora Paula Guerrero, quien propuso una solución de mínima intervención, conservando las características que hacen de esta planta una estructura única en el mundo.
Fotografía de Edgardo Ruzich Frieri.
Paula Guerrero Pérez

Casa de María Moscoso Dávalos en Iquique. Región de Tarapacá. Octubre de 2024.
Aunque es frecuente asociar la tradición del “velorio del angelito” a una práctica propia del campo chileno y de otros países del Cono Sur de América, esta forma de acompañar la muerte durante la infancia es parte de las vivencias y memorias en torno a las oficinas salitreras. No es de extrañar que en la pampa también se realizara este rito, puesto que la industria del salitre atrajo a cientos de personas provenientes del sur del país, así como de Perú y Bolivia, que se trasladaban de campamento en campamento en busca de nuevas oportunidades laborales, llevando consigo su cultura y costumbres.
Según el testimonio de las mujeres pampinas, un niño o niña que fallecía prematuramente era un “angelito” que, por estar libre de pecado, ascendía directamente al cielo. Durante la ceremonia se rezaba continuamente el rosario y se improvisaban cánticos piadosos que variaban según el origen de cada familia. A medianoche, se servía una cena y se brindaba por su gloria de ir al cielo. El brindis se efectuaba con una bebida denominada, precisamente, “gloriao”, elaborada a base de aguardiente, leche, canela y clavo de olor.
Fotografía de César Villarroel Véjar.
Recreación del velorio del angelito

Casa de María Moscoso Dávalos en Iquique. Región de Tarapacá. Octubre de 2024.
Según lo indicado por las mujeres pampinas, el velorio del angelito expresa cómo las comunidades interpretan y enfrentan la muerte, especialmente la de los niños y niñas, desde una perspectiva que mezcla esperanza, resignación y celebración. En este rito, el pequeño cuerpo suele ser vestido de blanco –como símbolo de su pureza– y sentado en un altar preparado para la ocasión. A su alrededor se colocan flores, velas y figuras religiosas, y, en algunos casos, se le adorna con alas de papel o tela, representando su transformación en ángel. Mientras tanto, las niñas y niños pequeños hacen rondas –las mismas con las que, se supone, se recibirá en el cielo a quien acaba de partir–.
Fotografía de César Villarroel Véjar.
Recreación del velorio del angelito (detalle)

Alumna del Jardín Infantil Emmanuelito durante una visita a Humberstone, Región de Tarapacá. Octubre de 2024.
Diversas iniciativas surgidas desde la comunidad han logrado mantener viva la memoria pampina. Una de ellas es la celebración que año tras año realiza el Jardín Infantil Emmanuelito, de la ciudad de Iquique, donde niñas y niños se visten a la usanza de quienes habitaron la pampa en los tiempos en que funcionaban como oficinas salitreras las instalaciones que hoy son Patrimonio de la Humanidad. Durante la jornada pueden conocer in situ la forma de vida que se desarrolló en la pampa y atesorar las historias que sus maestras, comprometidas con el patrimonio local, les relatan.
Fotografía de Freddy Corvalán Maturana.
Alumna del Jardín Emmanuelito

Claudia Olcay Rodríguez y Jeanet Caipa Caipa, directoras del Jardín Infantil Emmanuelito de Iquique, durante una visita a Humberstone y Santa Laura. Región de Tarapacá. Octubre de 2024.
El Jardín Infantil Emmanuelito, liderado por Claudia Olcay Rodríguez y Jeanet Caipa Caipa, realiza actividades que fomentan y relevan el aprendizaje artístico y cultural en la etapa de la infancia, incluyendo visitas a lugares emblemáticos como las oficinas salitreras de Humberstone y Santa Laura. El jardín mantiene una fuerte conexión con las tradiciones locales, fomentando la celebración de festividades religiosas y culturales, e incluyendo actividades de integración familiar y comunitaria que refuerzan los valores y la identidad cultural regional.
Fotografía de Freddy Corvalán Maturana
Claudia Olcay Rodríguez y Jeanet Caipa Caipa

La comunidad del Jardín Infantil Emmanuelito durante una visita a Humberstone y Santa Laura. Región de Tarapacá. Octubre de 2024.
La comunidad escolar del Jardín Infantil Emmanuelito de Iquique, es retratada frente al teatro de Humberstone durante una visita de aprendizaje experiencial al sitio, usando vestimentas a la usanza pampina. Una vez al año, niñas y niños, en acompañamiento de sus padres, madres y familiares, así como de sus educadoras y guías, recorren los espacios más emblemáticos de la antigua oficina salitrera y participan en talleres de dibujo o manualidades inspiradas en la arquitectura y el paisaje pampino.
Fotografía de Freddy Corvalán Maturana.
La comunidad del Jardín Infantil Emmanuelito

Guillermina Álvarez sostiene una foto de su equipo de básquetbol tomada en 1952. Iquique, Región de Tarapacá. Octubre de 2024.
Las mujeres participaron en diversas actividades deportivas en las oficinas salitreras. Entre las disciplinas que más les interesaban estaban el atletismo y el baloncesto, organizadas regularmente como parte de eventos comunitarios. También practicaron fútbol, deporte en el que –según los testimonios recogidos– las mujeres pampinas fueron pioneras en el país. Recuerdan, además, su participación en competencias de gimnasia y actividades recreativas al aire libre, muchas veces relacionadas con celebraciones locales, como aniversarios de las oficinas, la Fiesta de la Primavera o Fiestas Patrias. A través de esta imagen, Guillermina Álvarez Ponce, comparte el orgullo de haber sido una destacada deportista pampina junto a sus compañeras de equipo de básquetbol y fútbol.
Fotografía de César Villarroel Véjar.
Guillermina Álvarez Ponce

Escuela N.° 35 de Humberstone. Región de Tarapacá. Octubre de 2024.
Fundada en 1894, la Escuela N.° 35 de Humberstone llegó a acoger alrededor de 400 niñas y niños pampinos. Las mujeres desempeñaron un papel fundamental en la educación dentro de las oficinas salitreras, pues la docencia fue una labor eminentemente femenina en este caso. A Tarapacá llegaron profesoras provenientes de las escuelas normales de Antofagasta, de La Serena o la Abelardo Núñez, de Santiago.
Fotografía de Freddy Corvalán Maturana.
Escuela N.° 35 de Humberstone

Afiche de Gabriela Mistral en un muro de la Escuela N.° 35 de Humberstone. Región de Tarapacá. Octubre de 2024.
Gabriela Mistral visitó Humberstone en 1938, siete años antes de recibir el Premio Nobel de Literatura. Por entonces, la oficina vivía su apogeo y maravillaba a quienes la visitaban con la calidad de sus instalaciones, diseño urbano y servicios, que incluían escuelas, teatro y hospital, no obstante, en la vida de las personas en torno al salitre, también existían profundas desigualdades sociales e injusticias. Durante su visita, Gabriela Mistral observó la realidad de los trabajadores salitreros y sus familias, cuyas duras condiciones de vida denunció más tarde en sus escritos.
Fotografía de Edgardo Ruzich Frieri.
Afiche de Gabriela Mistral en la Escuela N.° 35 de Humberstone

Sala del hospital de Humberstone. Región de Tarapacá. Octubre de 2024.
Las mujeres pampinas desempeñaron un papel fundamental en la salud de las comunidades salitreras, contribuyendo a ella tanto en sus hogares como en espacios de uso público. Dentro de las oficinas, muchas mujeres asumieron el rol de cuidadoras de sus familias, atendiendo enfermedades comunes y asistiendo partos entre otras muchas labores. Además, algunas trabajaban como “matronas” o enfermeras, brindando servicios básicos de salud en comunidades donde los recursos médicos eran limitados.
Fotografía de Freddy Corvalán Maturana.
Sala del hospital de Humberstone

Venta de artículos de mercería en la pulpería de Humberstone. Región de Tarapacá. Octubre de 2024.
En las oficinas salitreras, las mujeres pampinas que se desempeñaban como costureras y modistas cumplieron un papel significativo tanto para la economía familiar como en la vida comunitaria. Utilizando telas compradas en las pulperías o bien reutilizando materiales disponibles, confeccionaban, reparaban y reforzaban la ropa y uniformes que vestían los trabajadores y sus familias. Su habilidad era valorada no solo en un sentido práctico, sino también por mantener la estética y dignidad de los y las pampinas aun en las difíciles condiciones de vida.
Fotografía de Freddy Corvalán Maturana.
Recreación de venta de mercería en la pulpería de Humberstone

Cocina en vivienda obrera de Humberstone. Región de Tarapacá. Octubre de 2024.
Como en muchas sociedades de la época, las mujeres pampinas tenían a su cargo las labores domésticas, la gestión integral de los hogares y la crianza de los hijos e hijas. El particular contexto de vida dado por un asentamiento minero en medio del desierto hacía de estos quehaceres una dura tarea. A las condiciones ambientales extremas y la escasez de agua, se sumaba el monopolio del comercio ejercido por las pulperías, que obligaba a una alimentación restringida a ingredientes básicos, debiendo adaptarse, con bastante maestría y creatividad, a una cocina que dependía de los vaivenes de las importaciones. Muchas de ellas además ofrecían “pensión” a los trabajadores, tarea que las confinaba del alba hasta la noche en estas precarias cocinas.
Fotografía de Freddy Corvalán Maturana.
Cocina en vivienda obrera de Humberstone

Muestra de juguetes en Humberstone. Región de Tarapacá. Octubre de 2024.
En general, las familias pampinas eran bastante numerosas, teniendo las mujeres varios partos a su haber y una permanente labor de crianza. Esto se debía a una combinación de factores: la elevada mortalidad infantil, la falta de acceso a métodos anticonceptivos, las normas culturales y religiosas que exaltaban la maternidad, las condiciones de vida extremas y la estructura patriarcal de la sociedad de la época. Las familias obreras prácticamente carecían de bienes, y los pocos juguetes que poseían niños y niñas a menudo eran imaginados y construidos por sus madres y padres a partir de elementos en desuso –como este tren fabricado con latas de alimentos–.
Fotografía de Freddy Corvalán Maturana.
Trencito de juguete hecho de latas

Carmen Capetillo Montaño sostiene un ejemplar del libro “Rosa Elvira”. Iquique, Región de Tarapacá. Octubre de 2024.
Socia de la Corporación Hijos del Salitre, Carmen Capetillo sostiene un ejemplar del libro “Rosa Elvira. El relato de una mujer pampina”. La publicación fue impulsada por Sara Benavides González, voluntaria de la misma organización, quien, además de promover actividades de reencuentro de las y los pampinos –como la Semana del Salitre–, abogó por incluir la historia pampina en la educación formal y por visibilizar el rol de las mujeres en esta. El personaje central del libro, Rosa Elvira, está inspirado en la abuela pampina de Sara.
Fotografía de David Lara Troncoso.
Carmen Capetillo Montaño

María Moscoso Dávalos en la entrada de su antigua vivienda en Humberstone. Región de Tarapacá. Octubre de 2024.
Nacida en la oficina salitrera de Humberstone, María Moscoso es una mujer pampina que ha dedicado parte de su vida a la difusión de la memoria histórica en torno al salitre, aportando desde diversos ámbitos a la sobrevivencia de este excepcional legado. A través de la fotografía, la vemos visitando la casa donde vivió hasta sus12 años, antes del cierre definitivo de la oficina en 1959. La participación de María ha sido fundamental en iniciativas como la restauración de la pulpería de Humberstone o la transmisión de programas radiales, donde compartió recuerdos personales de su vida en la pampa salitrera.
Fotografía de Freddy Corvalán Maturana.
María Moscoso Dávalos

Vista desde el interior de la antigua casa de María Moscoso Dávalos en Humberstone. Región de Tarapacá. Octubre de 2024.
La nostalgia por la vida en las oficinas salitreras es un tema recurrente entre quienes, como María Moscoso, habitaron la pampa. A pesas de haber estado marcada por duras condiciones de trabajo y un entorno a veces hostil, muchas personas recuerdan con afecto la fuerte cohesión social y los valores comunitarios que definían estas localidades. La vida en las oficinas salitreras fomentaba una profunda unión, particularmente entre las mujeres. Celebraciones como las Fiestas Patrias o los eventos en el teatro local se convertían en momentos especiales que fortalecían la identidad colectiva y la comunidad.
Fotografía de Freddy Corvalán Maturana
Interior de la antigua casa de María Moscoso Dávalos

















